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Historia del Canal de Castañón
La historia de la acequia “Castañón” comienza a mediados del siglo XVIII, cuando, acogiéndose a la legislación de fomento del regadío que promulga el rey Fernando VI en 1749, José Castañón y Posadilla, señor de los despoblados de Hinojo y Santa María de Torres y de la villa de Villarroañe, decide dotar de regadío sus campos y pastos de Hinojo. La idea no es sencilla, toda vez que Hinojo se encuentra en las “Arribas del Órbigo”, a mayor altitud que el río Órbigo, por lo que debe salvar un desnivel considerable. En 1756, Castañón solicita a los mismos ingenieros que están trabajando en las obras del canal de Castilla la elaboración de un primer proyecto en el que se marcaría la toma de las aguas a la altura de San Pelayo, discurriendo el cauce a través de la ladera de las “Arribas”, mediante túneles y tramos escalonados, hasta cerca de Valdesandinas, desde donde continuaría, ya a nivel del terreno, hasta Hinojo. Sin embargo, este proyecto será desestimado por su complicada ejecución, elevado coste y falta de garantías de éxito. Justo cuando se va a realizar un segundo estudio, José Castañón fallece, por lo que será su hijo, Francisco-Javier Castañón, quien vaya a continuar y culmine el ambicioso proyecto de su padre.
El nuevo diseño, que se realiza entre 1760 y 1761, presenta una construcción menos compleja, pues su cauce discurriría totalmente casi al nivel del terreno; pero de bastante más longitud, ya que la toma de aguas se fijaría en Villamor de Órbigo. Este será el proyecto que finalmente apruebe la Corona en 1762.
La iniciativa de Castañón, en la que trabajaron como jornaleros decenas de vecinos de los pueblos del contorno (muchos de ellos de aquellos por cuyos términos cruzaba el cauce), se encontró pronto con la oposición de numerosas localidades cercanas. Gran parte de los pueblos de la Vega del Órbigo demandarían a Castañón, junto con el obispado de Astorga, alegando que el hecho de que la nueva acequia tomara las aguas río arriba del lugar de donde lo hacían ellos les dejaría con menos agua para sus campos. Por otro lado, aunque de manera más tímida, los pueblos de las Arribas también se quejaron de la obra, pues su trazado conllevaba la expropiación de cierto terreno mal pagado, y verían pasar la acequia sin poder beneficiarse de ella a no ser que pagaran un canon. Los pleitos se alargaron varios años, llegando hasta la Real Chancillería de Valladolid y suponiendo un elevado coste económico para las pobres arcas de dichos pueblos.
El aprovechamiento que de su acequia hizo Castañón en las décadas siguientes no está claro, ni siquiera si consiguió terminar las obras. Sea como fuere, lo que hubiere quedaría prácticamente destruido durante la Guerra de la Independencia (1808-1812), situación que se mantuvo durante las dos décadas siguientes de posguerra. No sería hasta 1831 cuando Agustín Castañón, bisnieto de Francisco-Javier, conseguiría una nueva autorización para reconstruir el cauce a cambio de ciertas exenciones fiscales.
Así se llegó, un siglo después, al proyecto de regadío asociado a la construcción del pantano de Barrios de Luna (1957), que dio lugar a la creación de un buen número de nuevos canales de riego que vinieron a sumarse a la histórica presa “Zarraquera” o “Cerrajera” y a esta acequia “Castañón”, si bien ésta con algunas variaciones sobre el proyecto original. La toma de agua se subió más al norte, al nuevo azud de Santa Marina del Rey; pero buena parte del nuevo cauce, ahora de hormigón, siguió el mismo itinerario que el antiguo. Inaugurado en 1969, transcurre a lo largo de 20,22 km regando una superficie de unas 4.000 hectáreas con un caudal en cabecera de 4,20 m3/s. Sería nuevamente bautizado como “canal de Castañón”, en honor a aquellos Castañón que lo crearan dos siglos antes.
ROBERTO RUBIO JUAN